Es como si los momentos felices desfilan en nuestra mente cuando recordamos. Tengo presente un buen momento de los muchos que podría contar, cuando mi hija festejo sus cuarenta años con un baile de disfraces. Que hermoso fue, pero lo más bueno y que nos dejó pasmados es ver a mi madre de 93 años, entrar a la fiesta disfrazada de payaso, casi no lo podíamos creer, ver su narizota roja y con la buena onda que la caracterizo a pesar de sus años.

 

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